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Wednesday, June 20, 2007

Lo breve si bueno... tesis mínimas

John Nash, esquizofrénico y brillante, era ingeniero químico, aunque hiciera su doctorado en matemáticas y aunque le dieran el Nobel en Economía. Ya hablé de él en otro post sobre los nuevos matemáticos pero hoy vuelvo a traerlo aquí por su tesis doctoral que, titulada "Non-cooperative games", tenía 27 páginas.
La mía tuvo 150 y fue ya una provocación, no sólo por eso sino porque fue la primera cuyo formato era informal e iba con una imagen en la portada. En aquel momento se estilaban las tesis de cientos de páginas y todas encuadernadas por las monjas clarisas (si, tal cual lo leen). Luego la cosa mejoró y se llegó a prohibir que los trabajos de investigación del DEA (para los de fuera: una antesala de la tesis doctoral) tuvieran más de 25 páginas. Cuando emigré a Extremadura la cosa cambió y uno de los primeros debates que tuve fue sobre el grosor de los Proyectos Fin de Carrera. Baste decir que mi visión de que lo importante era el contenido y no la extensión así como otras propuestas diversas (sobre formatos digitales alternativos, por ejemplo) fueron consideradas de claro origen alienígena. Desde entonces estoy convencido de que el miedo a la brevedad está fuertemente correlacionado con la inseguridad y que aquellos que exigen quinientas páginas a sus doctorandos no son buenos profesionales.
Echemos un breve vistazo sobre lo que se cuece por ahí sobre esto del peso de las tesis de diversos tipos. Unos pocos ejemplos serán suficientes.
Obviamente, la tesis de Nash era muy breve como tesis doctoral pero hay que reconocer que el tipo era un genio. Pero hay otros no tan concisos, por ejemplo, Ravinder Nanda defendió su PhD con una tesis de 34 páginas titulada "Comparison of Predetermined Position Times for Indexing and Stationary Targets" en 1962 (Department of Mechanical & Industrial Engineering University of Illinois).
Bastante antes Walter Boas había leido su tesis doctoral en la Technische Hochschule of Berlin. Fue en 1930 (sí, ya llovió desde entonces) y tenía unas sorprendentes 15 páginas. Como señala su biografía "fue recibida con cierto escepticismo" debido a que era la más corta nunca presentada para un doctorado en ingeniería.
En la Universidad de Wageningen mejoran aún la marca: en 1972, J. P. Roozen defendió su tesis doctoral con el título "Inactivation of peroxidase, pectinesterase and alkaline phosphatase in polymers as a model for irradiation of dried foodstuffs" y con 11 páginas de extensión (el título ya se lleva una buena parte). Con las mismas páginas tenemos la escrita por el físico C. N. Yang, eso sí, después de que su director insistiera varias veces y consiguiera que la alargara de 3 a 7 y finalmente a 11 folios.
Pero hay más (o menos, según se mire): en Princeton tienen una base de datos con sus 51655 "senior thesis" donde comentan el caso de Gianluca Tempesti, que la leyó en 1989 con el título "Overview Opto-Electronic Integrated Circuits" y con una extensión de... 3 páginas (ficha aquí).
De todas formas, la brevedad no debe ser aplicada sólo a lo excelente. La máxima del confesor dice: lo bueno si breve dos veces bueno. Y lo malo, dos veces menos malo.

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