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Tuesday, June 24, 2008

Viajes memorables o todo por la ciencia

He estado estos días fuera, tal vez alguien (sólo tal vez) haya notado que no ha habido novedades en el blog. El caso es que hemos tenido una reunión en Bogotá con los colegas integrantes de la Red Temática que les comenté en este post. Una reunión muy interesante incluyendo su comienzo y su final, juzguen ustedes mismos:

Viaje de ida: Madrid/Bogotá, salida prevista a las 14 h del aeropuerto de Barajas.
  • desde Extremadura no existe posibilidad de llegar al aeropuerto con antelación en transporte público: alquilo un coche en Mérida y recojo a A en Cáceres para llegar a tiempo al aeropuerto. Todo ello supone que me levanto a las 5:30 h.
  • 11:30 h, llegamos a Barajas sin contratiempos aunque damos tres vueltas al aparcamiento hasta encontrar la entrada correcta.
  • 12:00 h, nos acercamos al mostrador de facturación a recoger las tarjetas de embarque. Comienza el espectáculo:
    • buenas, aquí tiene los billetes...
    • ... ¿les han dicho ya que el vuelo sale con retraso?
    • mmm... pues no ¿cuánto retraso?
    • cuatro horas
    • esteee... ¿hasta las seis de la tarde?
    • sí, pero están ustedes invitados a comer en el restaurante X de la zona de embarque a partir de las 14:30
    • ah, qué bien ¿y se sabe la causa del retraso?
    • sí, es que el avión llega retrasado
    • (silencio)
  • 14:00 h, nos reunimos con B y J que vienen de Albacete y pasamos los controles para acercarnos al restaurante.
  • 14:30 h: la cola es más bien grande y la comida de la calidad que todos ustedes se suponen. La wifi teóricamente presente no deja conectarse.
  • 17:00 h: ... pasa el tiempo, B se echa una siesta, el resto nos dedicamos a mirar con envidia a otros aviones, la puerta de embarque sigue vacía.
  • 18:00 h: una chica se sienta en la silla de la puerta de embarque y un montón de gente se levanta para hacer una cola de 20 m (en el avión caben 280 personas).
  • 18:30 h: comienza el embarque.
  • 18:45, el avión, un Airbus 340, despega; las pantallas de televisión están estropeadas, olvidémosnos del cine.
  • pasan casi 10 horas, aterrizamos en Bogotá a las 21:30 hora local más o menos, a las 4:30 de la madrugada para nosotros.
  • la recogida de equipajes es desesperante y la aduana y control de pasaportes más; los pasajeros de varios vuelos se mezclan y tardamos una hora y media en salir del aeropuerto; obviamente se ha hecho de noche hace horas.
  • tomamos un taxi y le damos la dirección del hotel; el contacto con los taxistas de Bogotá es interesante y aprendemos que los semáforos en rojo son sólo una decoración navideña.
  • llegamos al hotel a las 11:30 o así (no me pidan exactitud) hechos polvo; yo llevo 26 o 27 horas despierto:
    • buenas noches, somos A, B, A y J, tenemos reserva de habitaciones.
    • señores, aquí no consta ninguna reserva.
    • ... a ver ¿no están aquí X e Y?
    • sí, esos señores están pero de ustedes no tengo ninguna reserva y el hotel está completo, no puedo atenderles.
    • (recuerdo de repente que llevo fotocopia de los tickets de reseva del hotel, los saco y se los enseño, comienza a oler a quemado)
    • ya... ¿pero han reconfirmado ustedes sus reservas?
    • no porque las habitaciones ya están pagadas (énfasis) y cuando están pagadas no se reconfirman las reservas
    • pues es que no han reconfirmado ustedes sus reservas y lo siento pero el hotel está completo.
    • estas ... habitaciones ... están ... pagadas
    • ... bueno, voy a confirmar que no les hayan ingresado en otro hotel de la cadena (teléfono) ... miren, sí, parece que están ustedes asignados al Hotel X, donde les van a esperar, no se preocupen que yo les consigo un taxi para ir...
    • doce semáforos en rojo ignorados más tarde conseguimos, por fin, entrar en las habitaciones (magníficas, por cierto) del Hotel X. El reloj marca la 1:00 más o menos, hora local.
Viaje de vuelta: Bogotá(Madrid, salida prevista a las 21 h del aeropuerto Eldorado.
  • 17:45 h: llegamos al hotel en la furgoneta que habíamos alquilado para una excursión por los alrededores; un ejército de botones nos saca el aquipaje que habíamos dejado ya recogido por la mañana y lo introduce en la furgoneta.
  • 18:55 h: llegamos al aeropuerto tras circular a una velocidad media de 15 km/h,
    el tráfico en Bogotá es alucinógeno.
  • 19:00 h: descargamos las maletas; falya una, la mía, grande y de color naranja. Por suerte nos acompaña F que llama al hotel. Allá revisan los equipajes y se dan cuenta de que se han olvidado de meter en la furgoneta esa maleta, la que tiene en su etiqueta un claro "1 de 2" bultos. Desde el hotel nos dicen que enviarán la maleta en un taxi para que podamos recogerla antes de salir. Dado el tráfico la cosa no está precisamente clara.
  • la cola del embarque es gigantesca. Hay que abortar varios intentos de colarse de gente que considera que eso de guardar el turno es algo que no va con ellos. F se queda fuera a la espera de la maleta para luego buscarnos y dárnosla. Decidimos hacerle un monumento si conseguimos llegar a España.
  • la cola apenas avanza; eso es bueno porque la maleta llega una hora después. F, de verdad, gracias de nuevo.
  • una chica policía muy amable nos revisa el pasaporte y nos pone una pegatina en la cubierta; es para ahorrar tiempo, dice. Para animar el ambiente se corre la voz de que no cabemos todos en el avión.
  • media hora más adelante llegamos a un pequeño mostrador donde hay que pagar las tasas aeroportuarias, nada menos que 33 dólares por persona. Por suerte estábamos avisados y llevo un billete de 100 dólares, tres de 20 y alguno más pequeño. Nos dicen que no admiten billetes de 100 dólares. Tampoco euros. De tarjetas ni hablamos.
  • rascando los bolsillos logramos encontrar los más de 80000 pesos que cuesta una de las tasas y pago el resto en dólares. Sobra un billete de un dólar.
  • llegamos al mostrador de embarque y saco mi tarjeta sin problemas: cuando llegan los demás:
    • lo siento pero el vuelo está cerrado.
    • ¿cómo?
    • sí, en la pantalla nos sale que el vuelo está cerrado.
    • pero si están funcionando las otras terminales...
    • ya... espere que mire
  • la terminal se había bloqueado; tanto es así que no podían sacar las tarjetas en las otras. Yo me separo para ir a ver los paneles porque el avión salía a las 21 h y son las 21:20. Un policía no me deja regresar. Al final les hicieron las tarjetas de embarque escritas a mano. Cortaron el embarque justo detrás de ellos, el avión se había llenado.
  • subo arriba, al segundo piso y pregunto por la puerta 2; una policía me mira con lástima y señala una cola, de nuevo enorme, donde nos juntamos todos los vuelos; veinte minutos más tarde encuentro la explicación: una única persona estaba revisando los pasaportes en la entrada. Veo que mis tres compañeros han logrado colarse y van algo más adelante que yo.
  • llego a la auténtica revisión de pasaportes; son las 21:45. Aquí no hay problemas y me voy a paso rápido hacia la puerta de embarque. Por el camino, en un pasillo que parece interminable aparece una chica.
    • Ella: ¡¿Vuelo de AirComet?! Rápido que el avión está para salir.
    • Yo: ¡Aquí!
    • Un policía: un momento por favor, abra la bolsa...
    • El mismo policía, mirando dentro: saque el computador...
    • El mismo policía, al que deseo se reencarne en garrapata: enciéndalo...
    • La chica: AirComet por favor...
    • Yo: no puedo encenderlo, acá tienen 110 V y me he quedado sin batería, no es posible encender este ordenador.
    • La chica: AirComet por favor... (y se va)
    • El policía va a hablar con otro que estaba a unos metros mirando, me miran: puede seguir...
    • Otro policía diez metros más allá: pare un momento, por favor (me cachea).
    • Aún otro policía quince metros más allá: pare un momento, por favor (me cachea).
  • finalmente llego a la manguera de embarque y me introduzco en un solitario pasaje; allá veo a A en una puerta lateral, una maleta negra en el suelo y dos policías al lado:
    • Yo: ¿qué pasa ahora?
    • A: es que dicen que hay que registrar esta maleta pero dicen que es mía y no es cierto. Va a ser de B.
    • Policía: ¿de quién dicen que es?
    • A: de B (una azafata va a buscarla al avión)
    • Policía: ¿esá cerrada la maleta?
    • Yo: no sé, a ver... (voy y abro la cerradura, por suerte está abierta)
    • Policía: si desean podemos revisarla con ustedes presentes como testigos.
    • Yo (desesperado): de acuerdo, adelante, ya (los policías revisan la maleta. La zona opaca que les había alarmado era un caja de mapas plegados del Instituto Geográfico. Me doy cuente de que yo llevo otra igual en mi ya famosa maleta naranja).
    • Llega B y le da un ataque de risa: pues no se cómo se van a arreglar para cerrarla, a mí me costó media hora, ja, ja... (no se da cuenta de que la miro como diciendo "B, querida, no me parece buena política ponerse a echar carcajadas delante de estos dos, la verdad").
  • al fin subimos al avión; los motorees están parados y no hay refrigeración, la temperatura es de unos 30 grados. Los demás pasajeros me miran mientras ocupo el único asiento libre. Son las 22:30 h.
Fundido en negro.

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