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Friday, June 6, 2008

¡Lee antes de citar!

Tenemos un trabajo publicado en el 2004 que se acerca a las ochenta citas. Es todo un aliciente hasta que empiezas a sospechar que algunas, en un porcentaje difícil de estimar, son de relleno. No es que no vengan a cuento sino que no parece que en esos trabajos tengan la más mínima repercusión en el desarrollo del artículo. Vamos, que te imaginas al tipo buscando afanosamente por internet mientras piensa “a ver si encuentro algo más para este apartado que ando corto de referencias”.

Lo anterior sólo ocurre en un pequeño conjunto de casos… O al menos eso queremos creer. Al respecto me envía J dos artículos. Uno es el último que nos cita donde, cosas de la vida, se confunden con conceptos clásicos de Barrio Sésamo (ya saben, arriba y abajo, cerca y lejos, Norte y Sur…). Comprensión lectora creo que se llama el problema: si nos han leido no se han enterado de algún pequeño detalle. Y para ilustrar me añade otro de apenas 6 páginas titulado Read before you cite! o sea ¡Lee antes de citar! (a lo que apetece añadir un improperio, no me digan que no).

La referencia es Simkin, M.V.; Roychowdhury, V.P., 2003, Complex Systems, 14: 269-274. El resumen contiene, como debe ser, la información más relevante:

Describimos un método para estimar el porcentaje de gente que realmente ha leido los artículos que cita. El método se basa en un modelo estocástico del proceso de cita ajustado a estudios empíricos de propagación de citas erróneas. Estimamos que sólo el 20% de los autores que citan leen realmente el original.

El método seguido es interesante: supongan que un autor cita un trabajo donde se cuela una errata, por ejemplo, un dígito erróneo en la página inicial o final (1204 en vez de 1604). Cuando un autor posterior acceda a ese trabajo para leerlo se dará cuenta inmediatamente de que hay un error y lo corregirá en la bibliografía. Con esta idea, se pueden revisar los trabajos donde la errata se propaga sin corregirse, indicador de que alguien se ha limitado al copia/pega de la bibliografía errónea pero no se ha molestado el localizar el original.

Lógicamente, el seguimiento sólo puede hacerse con trabajos muy citados donde además debe existir una errata, algo poco frecuente. Simkin y el otro tipo de apellido imposible han hecho ese seguimiento en la enorme base de datos del ISI Web of Knowlegde asegurándose también de que las erratas son reales y no introducidas por el ISI (una conducta prudente dado el tema del estudio).

Sus resultados, insisto, indican que sólo un 20% ha leido lo que cita. El que quiera consultar el trabajo original, donde dan más detalles del modelo, lo tiene aquí.

Debo reconocer que este trabajo parece uno de esos del autodenominado “observatorio español de internet” pero temo que sea más serio. Yo he insistido a las personas que hacen su tesis conmigo que siempre localicen el trabajo original, aunque sea antiguo (o precisamente por eso). Y puedo asegurarles que hemos tenido un par de sorpresas relativas a bulos que se han propagado a lo largo de publicaciones porque nadie se había molestado en revisar el trabajo original donde presuntamente se decía aquello.

Como consecuencia, tal vez deberíamos empezar a arriesgarnos a introducir sólo las citas de verdad, como en la tesis de John Nash (dos citas en total y una de ellas suya). Al respecto, les aseguro que leo todo lo que cito pero también debo admitir que he citado a veces trabajos que hubieran podido obviarse.

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