Pues sí, no acepto publicidad en el blog pero hoy voy a hacer una única excepción (valga la redundancia). Entre los biólogos que terminamos la carrera hace un tiempo que no quiero ni pensar la diáspora fue de órdago. Casi todos hemos acabado bien aunque a veces en lugares impensables. Una pareja de amigos, Paloma y Sergio, hartos de malvivir en los negocios medioambientales, decidieron hace un par de años dar un giro a su vida y abrir una casa rural en Asturias. Y desde aquí les hago propaganda porque, además de ser buena gente y buenos conversadores, el lugar es fantástico y han conseguido la meta de abrirla, algo nada fácil en el laberinto administrativo de este país.
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