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Thursday, July 10, 2008

El Perito Moreno y el cambio climático

Leo en Informativos Telecinco:
El glaciar Perito Moreno, en el sur de Argentina, ha empezado un proceso de ruptura inusual en pleno invierno austral. Esto es algo que no ocurría desde el año 1917. Lo habitual es que el glaciar comience su deshielo durante el verano. El hecho de que ocurra en pleno invierno parece una señal más del cambio climático que está sufriendo la Tierra.
Lo cual son sólo verdades a medias aparte de alguna inexactitud. Es cierto que es inusual (aunque faltan datos importantes), es falso que no ocurra desde 1917. Es insostenible que es ruptura invernal sea achacable con claridad a ningún cambio climático. Aparte de esto, el fenómeno merece la pena, veamos de qué va la cosa y qué datos hay:

La imagen que ven abajo es la del famoso glaciar, que desciende desde los hielos andinos (Campo de Hielo Sur) hasta el Lago Argentino, en la Patagonia. La gran lengua helada llega desde el Oeste y acaba cruzando el Brazo Sur del lago hasta chocar con la orilla Este (foto panorámica). El hielo, de unos 60 m de altura y de 3 a 5 km de frente forma un dique que divide el lago en dos partes. De vez en cuando, grandes bloques se desprenden del frente y caen sobre el lago. Pero este no es el único espectáculo que el Perito Moreno nos ofrece.

Imagen tomada de Google Earth

El sistema es inestable ya que, al quedar represado por la lengua glaciar, el nivel en la parte Sur, la más alejada de la desembocadura del lago, sube poco a poco debido a los aportes de agua. La presión creciente sobre el hielo crea un gran túnel de desagüe y el ciclo finaliza con el colapso de su bóveda, un magnífico espectáculo que pueden ver en el video. No se pierdan el final, a partir de los 2'15". Si lo anterior no funciona, pueden usar este enlace.

Estuve allá, hace unos años, en un día gélido que le iba muy bien al paisaje. La ladera de enfrente está cubierta por bosques de haya antártica (Nothofagus) que contrastan con el irreal blanco azulado del hielo. Gente del lugar (de El Calafate en realidad) me comentó que estaban preocupados porque el fenómeno era antes regular y que ya se estaba retrasando mucho. Tendrían que esperar hasta marzo del año 2004 para ver otra ruptura. Habían pasado 16 años desde la anterior, en febrero de 1988. Sin embargo, el siguiente ciclo fue rápido: en marzo del 2006 volvió a romperse. Y en julio de 2008, ayer, fue la siguiente ocasión.

La percepción de regularidad es falsa como puede verse a continuación en las fechas de las rupturas con mes/año allá donde se sabe (o donde he encontrado datos). Las rupturas en el invierno austral están en azul y en granate las del verano; en cursiva donde no he encontrado datos:

  • son las siguientes: 1917, 1935, 2/1940, primavera/1947, 3/1952, 3/1953, 9/1954, 10/1956, 3/1960*, 2/1963, 2/1966*, 1970, 1972, 1975, 1977, 1980, 1984, 2/1988, 3/2004, 3/2006, 7/2008. Los asteriscos significan dos rupturas ese año (datos de aquí). La figura de abajo lo representa gráficamente salvo los dos últimos años (de Stuefer et al., 2007).
  • los intervalos en años son, aproximadamente: 18, 5, 7, 5, 1, 1, 2, 4, 3, 3, 4, 2, 3, 2, 3, 4, 4, 16, 2, 2.

Aunque, en efecto, las rupturas suelen producirse a finales del verano, en 1954 se produjo una en invierno y la de dos años después en el primer mes de primavera. No he encontrado información sobre el mes de ruptura de 9 años: 1917, 1935, 1970, 1972, 1975, 1977, 1980, 1984 por lo que no sabemos si hubo algún otro evento invernal o no. En cualquier caso, las relaciones con el cambio climático son temerarias y con esta serie de datos carecen de sentido. He comentado en este blog que hay muchos otros glaciares que están retrocediendo en las últimas décadas así como algún otro trabajo relevante, es innecesario acudir a este estandarte.

La referencia del trabajo mencionado:
Martin Stuefer, Helmut Rott, Pedro Skvarca, 2007, Glaciar Perito Moreno, Patagonia: climate sensitivities and glacier characteristics preceding the 2003/04 and 2005/06 damming events, Journal of Glaciology, 53: 3-16.

Del diario personal:
Llegamos al aeropuerto de Río Gallegos desde Buenos Aires. La empresa de acercarnos a El Calafate parecía ardua ya que sólo nos ofrecían un autobús para recorrer los más de 300 km que lo separaba de Río Gallegos. La carretera empezaba a pavimentarse ese año por lo hacerse todo ese camino de ripio y llegar de madrugada a nuestro destino no era plato de gusto. Vi a dos tipos vestidos de piloto que se acercaba por el pasillo. Y cuando digo "de piloto" me refiero a que iban con cazadora de cuero marrón, pantalones acolchados y sendos sacos de lona colgados del hombro. Reconozco que suelo tener suerte en la vida y esa vez no fue excepción: me acerqué, les pregunté y me dijeron que salían en media hora para allá y que tenían plazas libres. Fuimos a una pequeña oficina y pagamos algo menos de lo que costaba el viaje por tierra. Al preguntar por el avión nos señalaron una puerta que daba a una trasera de las pistas. Allí estaba: una avioneta DHC-6, roja y gris, de apenas unos 15 m de largo con dos motores de hélice. Dentro había asientos para una decena de personas ya que la parte trasera estaba ocupada por un montón de bultos a los que se unieron nuestros equipajes. Un rótulo bajo las alas explicaba la situación: Fuerza Aérea Argentina. Los dos pilotos iban en una cabina cuya puerta estuvo abierta todo el viaje. Así pudimos ver los Instrumentos analógicos, los controles de los motores que bajaban del techo... una sorpresa. Volamos sobre la Patagonia a unos 2000 m de altura y aterrizamos suavemente en la pista de tierra de El Calafate.
La vuelta fue otro cantar porque una tormenta nos obligó a desviarnos. Todos nos sentíamos bastante mal y un turista francés que iba delente de mí me señaló un instrumento de la cabina. Era el altímetro y marcaba 5500 m. La avioneta no estaba presurizada.

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