En 1999, la Global Polio Eradication Initiative anunció la erradicación del tipo 2 de virus de la poliomielitis, uno de los tres serotipos existentes. De este virus sólo quedaron muestras en algunos laboratorios y la lucha se centró en los tipos 1 y 3 mediante vacunas monovalentes específicas.
Recordemos que la poliomielitis es una enfermedad que afecta sobre todo a niños menores de 5 años a los que paraliza al invadir su sistema nervioso y destruir las neuronas motoras. La parálisis es irreversible ya que esas neuronas no se regeneran y es mortal si afecta a los músculos que permiten la respiración (entre el 5 y el 10% de los casos).
Actualmente, la polio se considera endémica en 4 países: Afganistán, Nigeria, India y Pakistán, con casos importados en otra docena de países asiáticos y africanos.
Las campañas de vacunación han sido globalmente un éxito ya que la incidencia de la polio se ha reducido en más del 99% desde el inicio de las vacunaciones hace unos 20 años. Hasta entonces, la enfermedad paralizaba a unos 350000 niños al año. El pasado año 2008 ese número fue de unos 1700 en todo el mundo; en 2009 llevamos unos 770.
Sin embargo, 10 años después de la erradicación del poliovirus tipo 2, este ha reaparecido en el Norte de Nigeria con unos 130 casos detectados. Su origen no es “natural” sino que procede del virus atenuado presente en algunas vacunas orales (OPV, oral polio vaccines). El fenómeno de los VDPV (vaccine-derived polio virus) no es nuevo y se ha detectado ocasionalmente en zonas con bajo nivel de vacunación pero es la primera vez que se “resucita” al extinto tipo 2. Lamentablemente, este nuevo VDPV no sólo es capaz de producir la enfermedad sino también de transmitirse de persona a persona.
El riesgo de recirculación de los virus atenuados de las vacunas se ha asumido hasta el presente porque los casos que provocan son mínimos comparados con el efecto global de la vacunación. Tanto es así que se ha descartado usar otro tipo de vacuna llamada IPV donde los virus están muertos y no son, por tanto, susceptibles de mutar, reactivarse y propagarse. El caso es que la IPV debe ser inyectada por personal con formación sanitaria mientras que la OPV se toma por vía oral, sin mayores preocupaciones sobre jeringuillas, agujas, esterilización… algo importante en las condiciones ambientales y sanitarias de los países afectados.
Dado que la polio no tiene tratamiento, la solución será la intensificación de las vacunaciones en las zonas afectadas. Para ello podrán usarse las vacunas trivalentes, efectivas contra los tres tipos de virus, y adaptadas al nuevo patógeno tipo 2. El uso de estas vacunas ha sido cada vez menor debido a que las monovalentes (contra un tipo único de virus) son significativamente más efectivas. Habrá que dar marcha atrás.
Administración de la OPV (de la Global Polio Eradication Initiative)
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