Los argumentos de la oposición a B16 fueron diversos aunque, esencialmente, se basaban en considerar que el personaje era una representación de tendencias oscurantistas, dogmáticas y anticientíficas. Por eso le recordaron una frase de uno de sus discursos de hace años donde apoyó una afirmación de Paul K. Feyerabend: "en la época de Galileo la Iglesia era mucho más fiel a la razón que el propio Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo."
Ahora, transcurridos unos días nos damos cuenta de que todos nos hemos ocupado del choque de trenes pero hemos olvidado algo potencialmente más interesante ¿qué iba a decir B16 en la universidad?
El texto completo puede encontrarse en la propia Sapienza. Aunque B16 se va ganando cierta fama de metepatas por la inconveniencia de sus declaraciones, que luego deben ser rectificadas, matizadas o apagadas (con el recurso aquel de "no se entendió bien"), este no es el caso: aunque oscuro y farragoso, como siempre, el mensaje está claro.
B16 empezó (me salto algunas partes) definiendo la tarea universitaria:
¿Y qué es la universidad? ¿Cuál es su función? […] Pienso que se puede decir que el verdadero, el íntimo origen de la universidad está en el deseo de conocimiento que es propio del hombre. Él quiere saber qué cosa es todo aquello que lo rodea. Quiere verdad.Hasta aquí podemos estar de acuerdo pero a partir de este comienzo aparentemente inocuo el discurso se enturbia y se complica hasta dar la impresión de que se te escurre entre los dedos. Como yo soy más simple que el mecanismo de un botijo les propongo a continuación mi síntesis eliminando la paja.
En realidad, Ratzinger no iba a la universidad a crear polémica sino que le alentaba una buena intención: avisar de los peligros que corremos, de los que sólo se ha percatado el Vaticano, y proponer una solución a todos ellos. Tras avisar de que "el simple saber entristece" (sic) nos enumera los peligros del mundo actual:
- Peligro 1: que el hombre "en virtud de la grandeza de su saber y su poder, se rinda ante la cuestión de la verdad".
- Peligro 2: que "la filosofía, no sintiéndose más capaz de realizar su verdadera tarea, se degrade en positivismo".
- Peligro 3: que "la teología, con su mensaje dirigido a la razón, sea confinada en la esfera privada".
- Peligro 4: que la razón se vuelva "sorda al gran mensaje que viene de la fe cristiana y de su sabiduría" con lo que "se seca como un árbol cuyas raíces no alcanzan más las aguas que le dan vida" y "pierde el aliento por la verdad".
- Peligro 5: que nuestra cultura europea, preocupada por la laicidad, "se separe de las raíces de las cuales vive" "descomponiéndose y haciéndose añicos".
Por suerte B16 nos da la solución:
[...] invitar de nuevo a la razón a ponerse en búsqueda de lo verdadero, del bien, de Dios y, en este camino, invitarla a percibir las luces útiles surgidas a lo largo de la historia de la fe cristiana, y a percibir así a Jesucristo como la Luz que ilumina la historia y ayuda a encontrar la vía hacia el futuro.O sea que ya lo saben, si ponen en Google Maps "destino: futuro" verán que el camino sólo puede pasar por el Vaticano y su religión verdadera. ¿Cómo habrá podido la medicina, la genética, la astronomía, la matemática, la física... avanzar sin este faro?
Dado que hay rumores de una nueva invitación a Benedicto XVI por parte de Sapienza, desde aquí le lanzo un par de ideas sobre temas a tratar. Y es que el Vaticano aún no se ha decidido a dejar claro qué piensa sobre la validez del creacionismo y/o "diseño inteligente" (ver este post sobre B16 y la evolución). Tampoco deben recordar que el mes que viene se cumplen cuatrocientos ocho años desde que Giordano Bruno fuera quemado vivo en Roma el 17 de febrero de 1600. Sin duda Ratzinger incluirá en su discurso alguna referencia al finado Bruno y aclarará si su proceso también fue "razonable y justo".
Aunque tambié, puestos a hablar sobre las relaciones entre iglesia católica y religión (lean el post Razón, ciencia, anatema si no les importa sentir escalofríos) tampoco sería mal tema exponer algunas de las proposiciones que salieron del Concilio Vaticano I y que siguen vigentes:
Si alguno fuere tan osado como para afirmar que no existe nada fuera de la materia: sea anatema.
Si alguno dijere que la razón humana es de tal modo independiente que no puede serle mandada la fe por Dios: sea anatema.
Si alguno dijere que todos los milagros son imposibles [...] o que los milagros no pueden ser nunca conocidos con certeza, ni puede con ellos probarse legítimamente el origen divino de la religión cristiana: sea anatema.
Si alguno dijere que las disciplinas humanas deben ser desarrolladas con tal grado de libertad que sus aserciones puedan ser sostenidas como verdaderas incluso cuando se oponen a la revelación divina, y que estas no pueden ser prohibidas por la Iglesia: sea anatema.
Si alguno dijere que es posible que en algún momento, dado el avance del conocimiento, pueda asignarse a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido distinto de aquel que la misma Iglesia ha entendido y entiende: sea anatema.
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